lunes, 5 de febrero de 2018

Soledad

Iniciativas como la desarrollada por padres franciscanos en la localidad gallega de Betanzos de ofrecer un antiguo convento como lugar de encuentro de personas que sufren de la soledad, merecen todos los elogios.

La sociedad actual, tan telemática, donde lo virtual ocupa ya un lugar relevante y donde las relaciones sociales se encauzan a través de redes informáticas, induce a un abandono de los antiguos instrumentos de sociabilidad, incidiendo en una mayor soledad, especialmente extendida entre los más mayores.

El que será considerado, en las próximas décadas, como uno de los males más extendidos de los humanos del primer mundo, merece una mayor atención del Estado social de nuestras democracias. El Reino Unido ya ha creado un organismo, con rango de Secretaría de Estado, para analizar y proponer soluciones.


No deberíamos quedarnos atrás.

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