martes, 6 de febrero de 2018

La sombra de Cataluña es alargada

La encuesta última del CIS confirma que los bloques derecha e izquierda están sufriendo unos reajustes internos, pero también que el primero logra avanzar sobre el segundo. Si en las elecciones del 26 de junio, el PP y Ciudadanos fueron votados por el 46% de los que acudieron a las urnas, ahora logran un punto más, mientras que cerca de dos baja la suma del PSOE y Podemos.

Ese dato consolida la percepción de la existencia desde tiempo atrás de una crisis de la izquierda, que afecta  a todo el primer mundo, pero que, además, en el caso español experimentó un combate cainita entre la formación hegemónica tradicional, desde la recuperación de la democracia, hace cuarenta años, y otra emergente nacida de la protesta del 15-M. Tal duelo parece decantarse claramente a favor del PSOE, que gana casi medio punto con respecto a los últimos comicios, mientras que Podemos pierde más de dos.

En la derecha, las tornas han cambiado. Es la emergente Ciudadanos la que gana más de siete puntos con respecto al 26-J, los que casi pierde el PP.  Diversas causas explican tal relevante mutación, que algunos traducen ya viendo un nuevo inquilino de la Moncloa. Entre ellas la corrupción, pero sin duda que también la política territorial. 

La formación de Albert Rivera no oculta ya su pretensión de centralizar España, después del fiasco de Cataluña, donde se ha convertido en la única fuerza unionista con peso. Indudablemente, el proceso independentista catalán ha traído una reacción identitaria española, que también se experimenta en Cataluña, de la que Ciudadanos ha sabido aprovecharse, frente a un PP y, sobre todo, un gobierno que entre dudas y errores ha dejado desamparados a una parte considerable de sus votantes. La sombra de Cataluña es, sin duda, alargada.


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