lunes, 2 de octubre de 2017

Malos tiempos

Lo auguré la semana pasada: el día 2 estaríamos peor que el 1. En concreto, el planteamiento contitucionalista, defensor de la democracia que vivimos desde hace cuatro décadas y que ha permitido a España las mayores cotas de desarrollo de toda su historia, ha salido trasquilado de la jornada vivida ayer en Cataluña. Pero también, ha dejado pelos en la gatera, su rival, el independentismo catalán, aunque hoy celebre, con toda la razón, un enorme éxito de comunicación en su relato, que por primera vez ha llegado al mundo, a las opiniones públicas de los países democráticos que horrorizadas ante las imágenes de violencia, presionarán a partir de ahora a sus gobiernos para que atiendan a lo que pasa en ese terruño mediterráneo. Y sobre todo, hemos perdido -y mucho- aquellos que no hacemos de las identidades nuestra guía de conducta humana, porque ayer triunfaron a ambos lados del Ebro las minorías que no admiten la disidencia, arrastrando a los tibios al enfrentamiento.

Un prólogo de ello lo vimos ayer con esas imágenes de la Guardia Civil y Policía Nacional reprimiendo a quienes querían participar de una votación. Y también con esas turbas tirando piedras y ahuyentando a esas mismos cuerpos de seguridad al grito de fuera las fuerzas de ocupación. Pero solo es el inicio, de un período largo en el que la violencia se enseñoreará.

Porque asistimos a todo un "coup de force" entre dos posiciones antagónicas que no buscan el acuerdo y en el que por supuesto la democracia es un mero instrumento, muchas veces más invocado que respetado. Los independentistas perpetraron los pasados 6 y 7 de septiembre un golpe de Estado en el Parlament con una ejecución brillante, ante la que el gobierno de España no supo reaccionar, ni siquiera como contrarrelato que diera a conocer en el mundo la "democracia" a la que aspiran los secesionistas. Ayer, recuperaron a nivel interno mucho del terreno perdido con aquella cacicada, que les va a permitir con el 42% de participantes en el reféréndum -en el mejor de los casos- proclamar la independencia. Adobarán esa declaración unilateral con huelgas y tomas de las calles, buscando una vez más la torpeza del gobierno y basándose en el victimismo como guía de su actuación, hasta que todo estalle. 

Ese día nos daremos cuenta de todo lo que hemos perdido.

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