En los próximos días, la crisis catalana presentará dos escenarios. Uno, el Senado, derivado de la progresiva aplicación del artículo 155, que incluso podría facilitar el diálogo, y otro con epicentro en las calles, donde asistiremos a movilizaciones cada vez más permanentes con el telón de fondo de la proclamación, ahora sí, de la independencia.
En ambos lugares se jugará la lucha de poder a la que asistimos, no como meros espectadores, sino como damnificados.
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