sábado, 30 de septiembre de 2017

Pena

Esta mañana, bien pronto, he paseado por las calles de Madrid. La sensación de vacío, de vías sin gentes, hacía aún más llamativo el número de banderas bicolores que colocadas en ventanas y terrazas manifestaban un sentimiento.

Si hubiera paseado por Barcelona hubiera sido parecido, pero con otra bandera, aunque de colores iguales y origen idéntico. Expresión, asimismo, de algo no racional.

Y me he acordado de las fotografías que reflejaban la realidad que se vivió en la República con profusión de banderas ondeando al aire. Era la época de los nacionalismos. Y ya sabemos como acabó aquello.

Y cuando las calles se han empezado a llenar de gentes, he visto gente muy joven, incluso niños. Y no he podido dejar de sentir una profunda pena.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Morir, matando

El día 2 de octubre será peor que el 1. Y los inmediatamente siguientes, hasta que triunfen o el Estado consiga domeñarlos. Asistimos ya a una lucha de poder indisimulada, donde la democracia ha sido fulminada. Y de ello, solo caben esperar las más funestas consecuencias.

La inflexibilidad de los dirigentes independentistas catalanes augura tumultos en las calles de manera permanente, huelgas sostenidas y otros ataques a la estabilidad social. Oriol Junqueras, probablemente la cabeza de todo este proceso de insumisión general, acaba de revelar un nuevo ariete contra el Estado. En una carta a Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, amenaza con ordenar a sus seguidores, que son muchos,  que retiren sus depósitios de los bancos, provocando así una formidable crisis bancaria, sector que es sabido aún está convaleciente de la sacudida sufrida estos añós últimos que estuvieron a punto de hacer saltar por los aires el sistema monetario europeo.

De implementarse la medida, provocaría en Cataluña un daño mortal, pero también lo haría en toda España. Ya saben: morir, matando. Así estamos.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Vanguardia de choque

Oriol Junqueras acudió ayer a la plaza de la Universidad para enardecer a la vanguardia revolucionaria que necesita. Su mensaje fue muy claro: los estudiantes son necesarios para implementar el resultado plebiscitario e imponer la independencia.

La calle será el escenario, donde desde el 1 de octubre, se impondrá el futuro. Para ello, la Generalitat necesita de una fuerza de choque, cuya actuación será decisiva en los próximos días. Y por eso su vicepresidente azuza a los jóvenes, aunque les exponga a evidentes peligros. La retórica hace lo demás: sólo así, les dice, seréis dignos de vuestra tierra.

Descubiertas las caretas y olvidada la democracia, asistiremos desde el domingo a la furia de la emociones. ¿Hasta dónde? Nada es descartable. Tremendo.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Desde la Sorbona

El presidente francés, Emmanuel Macron, eligió ayer la reputada Universidad de la Sorbona, institución que irradia sabiduría, para lanzar su plan de contrucción europea con el que pretende paliar los reveses sufridos en la UE debidos a la devastadora crisis económica sufrida.

Para el estadista, los enemigos al proceso de reforzamiento en la integración de los países europeos, están perfectamente identificados: "El nacionalismo, el identitarismo, el proteccionismo encendieron las hogueras donde Europa pudo haber perecido", dijo recordando la atroz Segunda Guerra Mundial, en la que murieron sesenta millones de personas. Para Macrón, quienes hoy alimentan tales desvaríos son el Frente Nacional de Marine Le Pen, ejemplo de la expansión de la extrema derecha europea, y el referéndum del Brexit.

El presidente francés no citó el auge nacionalista al sur de los Pririneos. Sí, lo hizo, en cambio, el ex presidente del gobierno español Felipe González: " El separatismo está resucitando las dos Españas".

La generación a la que pertenezco siempre pensó que se había librado de sufrir una guerra, a diferencia de muchas de las anteriores que experimentaron en carne propia tal horror. Esperemos que sea así.


martes, 26 de septiembre de 2017

No despierten a la fiera

Una de los dogmas de los nacionalismos periféricos más consolidado en sus conceptualizaciones es la inexistencia de la nación española. Solo existe un Estado español, que es una jaula de las verdaderas naciones: Cataluña, Euskadi, etc. Pero, España como nación es una quimera.

La crisis que se vive en Cataluña vuelve a mostrar la falsedad de tal aserto. Vean, si no, la explosión nacionalista española que se está viviendo en múltiples puntos de la geografía, incluida Cataluña.

Dirán ustedes que se trata en muchos casos de un nacionalismo reaccionario, atendiendo a que en múltiples ocasiones se enarbolan banderas preconstitucionales. Es cierto, pero no por ello deja de ser un síntoma de que se desespereza.

Analicen el caso de Huelva, donde los guardias civiles enviados a Cataluña han sido despedidos en loor de multitudes, con gritos de ¡A por ellos!. O en Sevilla, incluidos los proferidos por una dotación de escolares con uniformes y todo.

No. Mejor, que no se engañe nadie, que las anteojeras ideológicas no impidan ver. Y, sobre todo, no despierten a la fiera. La última vez fue terrible.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Malas noticias para Europa

Los resultados electorales en Alemania no han sido buenos para los que nos consideramos europeístas. Además de la entrada en el parlamento de una formación de extrema derecha que demoniza el futuro europeo y hace del racismo la piedra angular de su (escaso) pensamiento, el aumento en votos y escaños (el doble) de los liberales supondrá más obstáculos en la construcción de la UE. El líder liberal, Christian Lindner, se ha posicionado en contra de las ambiciosas reformas de mayor integración económica propuestas por Macron.

Los liberales son imprescindibles en la futura coalición de gobierno con Merkel, lo que les hace más fuertes, una vez que la socialdemocracia, la gran perdedora de los comicios, desiste de seguir formando parte del ejecutivo y pasa a la oposición. El otrora todopoderoso Partido Socialdemócrata no ha sabido evitar la crisis de la izquierda clásica europea, vencida por los populismos, lo que tampoco es una buena noticia para Europa.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Cien años después

Hoy les voy a aconsejar que lean un artículo, aparecido en El país, escrito por Rafael Fontana, presidente del prestigioso bufete de abogados Cuatrecasas, presente en cuatro continentes. El despacho barcelónes fue fundado hace cien años, en Barcelona. Durante ese siglo se han sucedido en España democracias y dictaduras, pero el bufete siempre tuvo entre sus metas alimentar un espacio jurídico de libertades y derechos, tal y como se logró, mediante el diálogo político, con la Transición Democrática y en la Constitución de 1978.

Fontana destaca en esa evolución la relevancia de la primacía de la ley, un consenso cada vez más extendido por todo el mundo, facilitando la seguridad jurídica, incluso en países con culturas muy diferentes a la nuestra. Gracias a ello, es que como dice el letrado -en toda la extensión de tal palabra-, se ha logrado una prosperidad sin precedentes en España y en otras partes del mundo.

Recuerda, Fontana, que cuando se fundó el despacho, en 1917, Barcelona vivía una grave crisis social y política, con los movimientos obreros recurriendo a la violencia en defensa de los derechos laborales y con los burgueses propietarios exigiendo una refundación del Estado en el que las regiones tuviesen un reconocimiento institucional. Las calles de la ciudad hervían. 

Se pueden establecer paralelislmos con la actualidad, sobre todo a la hora de resolver los problemas. La solución pasa por el respeto a la ley y el diálogo. Hoy, también, cien años después.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Después de la batalla

Tras el choque de trenes que vivimos ayer, hoy toca hacer recuento de bajas, como se hace siempre tras las batallas. 

El más malparado de la colisión institucional ha sido la Generalitat, que ha visto disminuido su autogobierno, algo que debería valorar en la medida en que lleva años, los del proceso independentista, construyendo estructuras de Estado, para precisamente alcanzar tal estatus.

Pero el Gobierno también debería atender sus daños. El más evidente de ellos se vio ayer por las calles de Barcelona. Y, a través de los medios de comunicación y redes sociales, lo contempló todo el mundo. El de unas masas enfurecidas, presas de rauxa, mlostrando toda su indignación, porque el sueño al que aspiran se muestra esquivo.

Dirán ustedes, con toda razón, que el Estado de derecho se limitó ayer a cumplir con la legalidad. Y el gobierno sostendrá, que fue una decisión judicial, inserta en un Estado que respeta la división de poderes. Todo ello es indiscutible, pero sólo desde parámetros racionales.

Lo que vimos ayer escapa ya a eso. El seny brilla por su ausencia. Los sentimientos han desbordado todo, no solo las calles. Y no deberíamos minusvalorar la capacidad de arrastre sentimental que tenemos en la especie de primates que somos. Mucho mayor que la razón.

En los últimos meses, las encuestas daban una tendencia a la baja de los independentistas, cuya mayor cota se debió alcanzar hace dos semanas cuando el Parlamento catalán perpetró un golpe de Estado tan burdo que a más de un soberanista se le debió encender el seny y diluir la rauxa. 

Con lo de ayer, no se si se habrá quebrado esa tendencia, lo que daría alas a aquellos que llevan años poniendo toda la carne en el asador para lograr una inmersión revolucionaria, en la que la democracia no ocupa ningún lugar, como quedó meridianamente claro en las sesiones tumultuosas del Parlament.

Lo sabremos pronto. En cualquier caso, todos deberíamos saber que la Humanidad no solo se gobierna con la razón. Es más, en el mundo actual, los sentimientos, tan idolatrados, son más fácilmente publicitados que la cordura y la sensatez. Vivimos cada vez más en la época de la rauxa, no del seny. Y en eso, Cataluña tiene experiencias dolorosas. Lo digo porque a veces ganar una batalla significa perder una guerra. 


miércoles, 20 de septiembre de 2017

Los trenes chocaron

Las detenciones y registros de hoy en sedes de la Generalitat, por orden judicial, en aplicación del Estado de derecho, suponen una evidente escalada en la crispación existente. Las imágenes de estos últimos días, hábilmente instrumentalizadas por el independentismo, a través de una vanguardia de fieles dispuesta a mucho, nos muestran el choque de trenes pregonado y anunciado desde hace tiempo.

Tal colisión, pese a la tozudez habida, en ningún caso equidistante, debería haberse evitado, aunque solo fuera porque por la pendiente por la que ya rodamos nos precipita en la violencia.

martes, 19 de septiembre de 2017

De libro

Parece que Pablo Iglesias ha sentido celos de Carles Puigdemont y de su golpe de Estado perpetrado en el Parlamento de Cataluña. El líder de Podemos, una formación política que desde sus inicios desprestigia la democracia instaurada en 1978 y tiene a gala considerarse a asimisma como la esencia de la representatividad popular, ha propuesto ahora la constitución de una asamblea extraordinaria que subvierta la legalidad establecida. 

Confía en que ese nuevo órganismo, compuesto por diputados, senadores, eurodiputados y alcaldes de grandes ciudades, le de la fuerza que se niegan a darle democráticamente las urnas, imponiendo así sus postulados. Otro intento de golpe de Estado. De libro.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Rohinyás

El drama que viven más de 400.000 refugiados rohinyás en Bangladés es una nueva muestra de la infamia humana. Perseguidos por su fe musulmana y expulsados de la Birmania budista se hacinan en condiciones insalubres una vez vadeado el río fronterizo, huyendo de la matanzas perpetradas por el ejército que no les reconoce como connaturales de su país. Para mayor sarcasmo, el gobierno birmano, tutelado por los militares, está dirigido por una premio Nobel de la Paz, Aung Sang Suu Kyi, idolatrada en Europa durante décadas por representar a la oposición birmana, aunque su mayor mérito conocido es ser hija del héroe de la independencia birmana.

Las autoridades birmanas no reconocen a los rohinyás como ciudadanos de su país, considerándolos emigrantes de Bangladés, el antiguo Paquistán Oriental. La común fe musulmana de los paquistaníes y de los rohinyás permite a los militares birmanos elevar a la categoría de argumento sus medidas represivas. Según su planteamiento, se limitan a devolver a Bangladés a unos musulmanes que han entrado en su territorio.

Los rohinyás son un grupo religioso compuesto por unas 700.000 personas, que además étnicamente son indoeuropeos, como los paquitaníes, con los que comparten, como ya he dicho, igualmente la fe. Por el contrario, la mayoría de los birmanos son de religión budista y étnicamente sino-tibetanos, compartiendo rasgos con sus vecinos chinos.

Especialmente en nuestra Europa deslumbrada por los nacionalismos, muchos considerarán que el rio Naf, donde ahora se hacinan los rohinyás, es un límite preciso -natural, dirán-  que bien separa ambas culturas. Pero, para los que creemos que ningún pueblo tiene en propiedad ningún pedazo de la Tierra, se trata de un genocidio. Uno más.

viernes, 15 de septiembre de 2017

2 de octubre

Quedan quince días y nos parece que todo se decidirá en estas dos semanas. Pero, sin restar trascendencia al envite, no nos engañemos. El 2 de octubre continuaremos con el mismo problema de siempre.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Trágico Lula

Lula da Silva, el mayor referente de la izquierda mundial de las últimas décadas, continúa su trágica singladura hacia la cárcel. Y digo trágica, más que por él, por los millones de personas que vimos en él a un héroe capaz de sacar de la pobreza a 28 millones de brasileños.

El que fuera presidente de Brasil ha sido ya condenado a nueve años de prisión, que aún no ha cumplido al recurrir la sentencia. Pero se le investiga por más casos de corrupción. Ahora, su exministro de Hacienda António Palocci, ha revelado el pacto de sangre que Lula habría hecho con Marcelo Odebrecht, la constructora que extendió lo sobornos en las obras públicas por toda Sudamérica.
 
Mientras, Lula se dedica a recorrer el país, alentando la fidelidad de sus bases y desafiando a la Justicia. Como el más avezado populista jamás conocido.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Educación

El último informe de la OCDE sobre la educación en España es muy revelador del más importante problema que padece secularmente España. Los periódicos han preferido destacar la falta de impulso a la formación profesional, lo que con ser relevante, no es la principal preocupación. O debería serlo, lo que también indica la falta de perspectiva que padecen nuestros medios de comunicación, muy deudores de sus propias anteojeras.

El acceso a una formación profesional más atractiva y más ligada a la realidad económica es un hecho objetivo, demostrable en los últimos años. Queda sin duda mucho que hacer, pero en la oferta educativa actual ha ganado peso una formación que ofrece una salida profesional a muchos estudiantes, que priorizan una actividad laboral a una mayor preparación en sus conocimientos generales.

También han destacado los medios otro rasgo del informe de la OCDE, igualmente relevante, pero no el más importante. Se trata del aumento en titulados universitarios, lo que los periódicos ligan inmediatamente al alto porcentaje de trabajadores muy cualificados académicamente que no encuentran empleos de su categoría. Sin duda que es un problema, pero sigue sin ser el más relevante.

Este no es otro que el que denuncia que uno de cada tres españoles de 25 a 34 años no ha pasado de la educación obligatoria; es decir, no han estuidiado bachillerato ni la formación profesional equivalente. Este es el problema. Vamos camino de crear una generación en la que un tercio de sus miembros carece de los estudios que un Estado moderno, basado en los principios de la Ilustración, debería garantizar. Tal perspectiva no nos aleja mucho, desgraciadamente, de sórdidas épocas pasadas.

La Segunda República tuvo el gran anhelo de superar el gran problema nacional, que entonces se cifraba en una mayoría de analfabetos. Indudablemente, no nos encontramos en la misma situación, pero cabía esperar más. No del franqusimo, pero sí de cuarenta años de democracia. Y preguntarse por qué seguimos encallados en este asunto. ¿No será porque una vez solventado, el ascensor social funcionaría a unos niveles aceptables?

Ahí puede estar el quid de la cuestión. Tal vez no interese que funcione el ascensor social, protegiendo así la posición social de unas oligarquías no muy preparadas que transmiten a sus hijos sus prebendas, evitando así una dura competencia.

La única revolución posible es la educativa. Por eso, interesa que un tercio de jóvenes sean escasamente  letrados. El problema es que, al poner trabas al ascensor social, serán fácil presa de los populismos. Y ya sabemos como acabó aquello en la Segunda República.

martes, 12 de septiembre de 2017

Diada

La Diada se celebró ayer, reuniendo a un considerable número de manifestantes. No voy a entrar en si fueron, como parece, menos de los que acudieron los últimos años. No. Con ser significativo, tampoco implicaría que el problema existente sea cualitativamente menor. En cambio, les voy a hablar del significado histórico de la Diada, porque a través de él se pueden entrever líneas de actuación futuras, ya que la comprensión del pasado ayuda mucho a encarar las dificultades presentes.

Cada 11 de septiembre, muchos catalanes celebran un día luctuoso: el asalto final a la ciudad de Barcelona por parte del ejército triunfante en la Guerra de Sucesión, con la violencia que ello conlleva, máxime si tenemos en cuenta que entonces lòs ejércitos estaban compuesto fundamentalmente por mercenarios. Aún quedaba un año para terminar con aquella guerra, probablemente la primera de un mundo que caminaba ya hacia la globalización existente hoy en día, cuando las tropas del pretendiente Borbón ocuparon la ciudad, tras la capitulación de esta el 12 de septiembre, acabando con las posibilidades de que su rival, el pretendiente Habsburgo alcanzara el trono de la Monarquía Hispánica. Éste último, Carlos, había sido coronado tres años antes emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, una muestra más de que en realidad toda aquella conflagración había sido realmente una disputa geoestratégica que implicó a las principales potencias europeas: Austria, el Reino Unido de la Gran bretaña y Francia. Y en medio una Monarquía Hispánica cada vez más débil, que ya no era la primera potencia mundial y cuyos enemigos ansiaban despojar de sus sueños de grandeza y de los territorios que pudieran, como el caso de Gibraltar recuerda.

En esa disputa, era fundamental para cada uno de los pretendientes, además del apoyo de la respectiva potencia europea, conseguir los máximos apoyos internos. La sociedad de aquel tiempo era estamental, condicionando plenamente, pues, el origen social la vida de cada uno de sus integrantes. Eso ocurría por toda Europa, pero aquí en la península había otros condicionantes internos: la variedad de reinos, condados, señoríos, etc, cada uno de ellos con diferentes fueros y privilegios. Eso era la Monarquía Hispánica, término mucho más preciso sobre la realidad existente que el también usado de España.

Por tanto, aquella guerra fue una contienda de dos pretendientes al trono de aquella Monarquía. Nobles, obispos y ciudades, los brazos de aquella sociedad estamental, apoyaron a uno u otro. Es cierto, que el candidato austracista tuvo mayores apoyos en los reinos de la Corona de Aragón, pero no fueron los únicos y, sobre todo, también hubo respaldo al candidato francés en aquellos territorios, como el caso de la ciudad de Cervera acredita, que fue premiada por los triunfadores con la concesión de la universidad.

La resistencia de Barcelona, ciudad claramente austracista, terminó con la rendición de la plaza. Uno de los que capitaneó aquella defensa fue Rafael Casanova, un jurista que por sorteo había sido elegido miembro del ayuntamiento de Barcelona. Pese a que fue despojado de todos sus cargos por las tropas victoriosas, recibió el perdón real y acabó su vida veintinueve años después, pudiendo volver a ejercer la abogacía.

El nuevo rey, Felipe V, uniformó la variedad territorial peninsular con una legislación quie se conoce como los decretos de Nueva Planta, que como su propio nombre indica aspiraban a establecer una nueva administración estatal. Así, fue a lo largo de todos sus territorios, excepto en las provincias vascongadas y en el Reino de navarra, que en reconocimiento a que habían sido fieles partidarios suyos, garantizándose así el monarca su vital conexión con la aliada Francia, mantuvo sus fueros.

Lo que abolió los decretos de Nueva Planta no eran libertades democráticas. No. Eran sencillamente los privilegios y exenciones de determinados territorios sobre otros, los diferentes derechos públicos, además de los organismos tradicionales que eran todos estamentales. Felipe V pretendía contruir un Estado administrativo uniforme. Eso supuso una ventaja para determinados grupos sociales, como los burgueses, también los catalanes, que vieron por fin abierto sin cortapisas el mercado que ya podríamos definir como "nacional". Y sobre todo, lograron el acceso a algo celosamente reservado por privilegio a la Corona de Castilla: el mercado americano. Fueron muchos los que amasaron fortunas colosales así, los célebres indianos que edificaron lujosas mansiones y crearon riqueza en Cataluña con sus excedentes. Fue también, aquel siglo XVIII, cuando la lengua castellana adquirió una desconocida presencia en Cataluña, no por imposición del poder público, sino porque era el idioma que abría las puertas de esos otros mundos.

El final de quel siglo, 1789 en concreto, ocurrió un hecho capital que cambió el mundo: la Revolución francesa. El viejo mundo estamental, el Antiguo régimen, se derrumbó. Los hasta entonces súbditos, ahora ciudadanos, exigieron la igualdad ante la ley. En nuestro lado de los Pirineos, tardó un poco más: hasta la mitad del siglo XIX no se logró aquello. También llegó otra de las ideas revolucionarias, que consistía en que la soberanía ya no residía en los reyes, sino en el pueblo. Se dió así el pistoletazo de salida para el nacionalismo.

La burguesía catalana abrazó entusiásticamente esos cambios. También la construcción del Estado-nación español. Sí, es ahora, a partir de 1812 cuando se puede hablar con propiedad de España. Y de un pueblo soberano: el español, formado por ciudadanos iguales ante la ley. Fue con el paso de aquel tumultuosos siglo, plagado de guerras civiles, cuando los burgueses catalanes aspiraron, y lograron en gran medida, liderar la nueva nación española. Se veían, mientras escuchaban las óperas de Verdi en el Liceo, como la locomotora de España, que llevaría al progreso a todo el país, al igual que el norte de Italia hacía con toda aquella península, dirigiendo la unificación italiana. 

A la vez, en esa segunda mitad del ochocientos, se asistió en Cataluña a la Renaixença, un movimiento cultural, de corte historicista, que pretendió y consiguió la recuperación de la lengua catalana y del derecho civil catalán. La Renaixença, que tan brillantes joyas artísticas produjo, participaba de unas expresiones culturales muy en boga durante el siglo XIX por toda Europa: el Romanticismo. Dicho movimiento, liberó los sentimientos y el yo subjetivo de las personas, a la vez que desarrolló el concepto revolucionario de pueblo. Este se definía por una esencia, por el espíritu de cada pueblo, por el Volksgeist, que podía ser la religión, la raza y también la lengua. En torno a la defensa de esta y del derecho civil se fue conformando un nacionalismo, primero cultural, y luego político, en el que también participaron y terminaron dirigiendo esos burgueses, que veían compatible la nueva identidad catalana con la española.

Fue entonces cuando se empezó a homenajear a Casanova. En 1863, el Ayuntamiento de Barcelona le dedicó una calle y dieciocho años después le erigió una estatua, convirtiéndose a partir de entonces en uno de los símbolos del nacionalismo catalán. Siglo y medio después, pues, el nacionalismo catalán había recuperado la figura del defensor de Barcelona frente al ejército borbónico, haciendo una relectura de aquellos hechos en clave nacional, y por tanto anacrónica, consistente en un enfrentamiento entre España y Cataluña. Visión historicista, que no histórica, y romántica, en su acepción de sentimental, que hoy se encuentra ampliamente extendida por muchos de los que ayer por la mañana homenajearon la estatua de Casanova, convertido ya en el defensor de las libertades catalanas, y por la tarde inundaron el ensanche barcelonés: el Eixample que tantas joyas arquitectónicas de la Renaixença contiene.

lunes, 11 de septiembre de 2017

María Teresa Castells

Ha fallecido en San Sebastián, su ciudad, María Teresa Castells, un símbolo de la resistencia frente al uniformismo. Lo hizo contra el franquismo y lo volvió a repetir contra ETA, demostrando que el ser humano puede alcanzar cotas de calidad superadoras del comportamiento habitual entre los primates, entre los que prima el seguidismo de la manada.

María Teresa Castells combatió al Régimen que se enseñoreó de este país durante cuatro décadas, abriendo una librería, Lagun, en lo viejo, el casco histórico de San Sebastián, en una plaza que todavía se llamaba del 18 de julio y que una vez muerto el dictador pasó a denominarse de la Constitución. Sí, de esa norma tan despreciada, pero que nos garantiza a todos la libertad y la igualdad jurídica. Por esos principios luchó ella y su marido, José Ramón Recalde, quien fue torturado y encarcelado por militar en los "felipes", el pionero grupo opositor al franquismo.

La presión contra la librería y contra los que allí se reunían, en muchas ocasiones clandestinamente, no desapareció con la muerte del dictador. No. La herederaron sus seguidores en la visión monopolista de la realidad: los etarras, tan dispuestos como el anterior, a imponer un único modo de vida. Destrozaron sus cristales, lanzaron cócteles molotov, pintaron sus paredes, demostrando que eran enemigos de la cultura. Aguantaron carros y carretas. Pero, ETA no se quedó ahí. No. Atentaron contra su marido, que había sido consejero de Educación del Gobierno Vasco. Una bala le atravesó la boca, sobreviviendo milagrosamente.

Ante tamaño presión, trasladaron la librería al ensanche de la ciudad, donde hoy continua contribuyendo a convertir a los miembros de la tribu en ciudadanos.

jueves, 7 de septiembre de 2017

Golpe de Estado

Lo vivido en las últimas horas en el Parlamento catalán con la aprobación de la ley del referéndum  y su inmediata implementación por la Generalitat, convocando el plebiscito secesionista, solo puede ser definido con un término: el de Golpe de Estado.

En España, estamos, desgraciadamente, acostumbrados a relacionar los golpes de Estado con la institución militar. Así en los dos siglos pasados, los del paso traumático a la Edad Contemporánea, fueron reiterados los golpes armados, que sin ninguna justificación democrática, protagonizaban personalidades del estamento militar. Por ello, en nuestros referentes cognitivos sobre nuestro pasado hemos establecido una vinculación entre golpes y militares, cuando en puridad no es necesario. También puede haber golpes civiles. Si no la nuestra, la historia mundial presenta numerosos ejemplos. El más conocido es el protagonizado por Luis Bonaparte, glosado como nadie por Karl Marx.

Bonaparte logró desde dentro de las instituciones pasar de ser presidente de la República a emperador, insistiendo hasta la saciedad que él defendía la democracia y sometiéndose finalmente a un referéndum.  Fue un Golpe de Estado ejecutado brillantemente, sin necesitar usar la fuerza armada, salvo en los últimos momentos para reprimir a unos reducidos revoltosos parisinos.

Un golpe civil desde dentro de las instituciones. Eso es lo que ha hecho el Parlamento de Cataluña y la Generalitat. Sin dejar de invocar la democracia, una minoría, que solo representa al 47,8 % de los electores catalanes, pretende imponer la secesión. Y para ello, da un Golpe de Estado.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Craso error


El reconocimiento por parte de la Generalitat y de los Mossos d'Esquadra de que fueron alertados de un atentado en las Ramblas incide, una vez más, en la muy criticable labor preventiva de la policía autónómica catalana en los terribles sucesos vividos a partir del 17 de agosto y que ya fueron objeto de análisis en las dos anteriores entradas de este blog.

Por ello no voy a insistir. Me limitaré a resaltar que tal alerta fue expresamente negada por el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y por su consejero del Interior. Joaquim Forn. Dicho llana y sencillamente, mintieron.

Y lo hicieron porque consideran que todo debe quedar subordinado a la más excelsa labor de lograr la independencia, panacea que resolverá todos los problemas de Cataluña. Desgraciadamente, tras aquellos terribles sucesos, esos y otros políticos independentistas no focalizaron sus desvelos en las dieciséis víctimas mortales y varias decenas de heridos, sino en mostrar al mundo que Cataluña es una entidad capaz de hacer frente a la amenaza terrorista, no convirtiéndose en un Estado fallido.

Por eso era fundamental dejar clara la buena labor hecha por los Mossos. Y por eso, ahora, queda en un brete tal discurso. Ni Cataluña, ni España entera, ni incluso la Unión Europea, pueden hacer frente solos a la amenaza yihadista. Debe ser una labor mundial, donde prime el esfuerzo unitario, lo contrario que postulan los soberanismos.

La policía autonómica y los servicios de emergencia de todas las administraciones tuvieron una acertada labor tras el primer atentado, pero especialmente los Mossos, aunque también la Guardia Civil y Policía Nacional, estuvieron muy poco acertados antes de aquello. Tal aseveración es un hecho objetivo. Por eso me alegra, personalmente, que el periódico El País rectifique hoy el ingenuo editorial que tituló "Elogio de los Mossos".

No hay que secundar las estrategias políticas levantadas sobre los muertos, aunque solo sea por respetar la dignidad de aquellas víctimas y de sus familias.

Y sobre todo no hay que permitir que los políticos mentirosos sigan en el poder. Para eso, la moral protestante es inflexible: si alguien miente no puede dirigir a los demás. Aquí en el mundo educado por el carolicismo somos más laxos. A fin de cuentas siempre hay que perdonar. Un craso error.